POR LUCIANO BIGOGLIO
"QUIEN DA PAN A PERRO AJENO, PIERDE EL PAN Y PIERDE EL PERRO"
"ROMA NO PAGA TRAIDORES" era un apotegma conocido en los tiempos del imperio. Cuenta Plutarco que, en la conquista de la Persia, dos generales persas se presentaron a Alejandro el Grande para proponerle su ayuda en una traición contra su propio Rey, Dario. Alejandro los escuchó y ordenó que los degollaran. Desde entonces, los traidores han sido siempre los mismos, lo que ha variado han sido sólo los hombres que los utilizan, porque a tales traidores corresponde semejantes contratantes.
En la política, que en el campo de las realidades no es sino lucha, vale decir dos voluntades contrapuestas, la traición puede ser usada sin medida, cuando las bajas pasiones y la inmoralidad han pesado más que las virtudes y el bien hacer. Pero en último análisis, tan miserable es el traidor, como el que se vale de él para traicionar. Generalmente, cuando ello sucede, es que entre "taitas" anda el juego.La psicología de la traición tiene innumerables gradaciones y características: los hay de toda laya, desde el que se vende por dinero o por prebendas, hasta el que lleva la traición adentro y así no puede escapar a su influencia. Todos tratan de disimular su infamia escudándose en lo que suelen llamar "viveza" y "habilidad", sin percatarse que en el "pecado lleva la penitencia", porque aún gozando de beneficios inmediatos, no escapan a la sanción de su propia infamia, ya que los que proceden mal, terminan víctimas de su propio mal procedimiento.
Ningún hombre o mujer del Movimiento Peronista, sea político o sindicalista, ignora en ningún caso, quién es quién en nuestro Movimiento. Así que la masa no puede ser engañada en caso alguno y a menudo, las autodefensas del mismo, terminan con los amagues de traición, vengan de donde vengan. Por eso nosotros no tememos a los traidores, más bien los aceptamos como generadores de anticuerpos que refuerzan nuestras defensas. Es que en nuestro Movimiento jamás se han aceptado semejantes métodos para combatir a nuestros enemigos. Anhelamos la lucha pero en el campo de la dignidad y no de la ignominia. Tampoco tememos cuando nuestros enemigos la utilizan, porque sabemos con toda certeza que su fracaso será una carta más de triunfo para nuestra causa, desde que colaboran con nosotros para purificar nuestras formaciones mediante la eliminación de los indignos. Si echamos una mirada al pasado inmediato, quizá podremos comprobar tales afirmaciones, si analizamos el destino que los traidores han cumplido dentro de nuestro Movimiento.
"Mientras la masa peronista esté con la firmeza actual, mientras la juventud argentina mantenga su idealismo y su entusiasmo por la causa que servimos, poco podemos temer de las defecciones de algunos dirigentes que, encandilados por una riqueza momentánea, sacrifiquen lo más sagrado para un dirigente; su lealtad y su honestidad".
Conocemos uno a uno a sus venales servidores que, aunque tengan puesta la camiseta peronista, nosotros sabemos de la pata que cojean y no se moverán aunque lo intenten, Los tratamos como leales y les perdonamos sus desvíos disimulados con tal de que hagan lo que deben hacer: hay dos clases de lealtades: la que nace del corazón que es la que más vale y la de los que son leales cuando no les conviene ser desleales. A esos también los aprovechamos en las circunstancias en que puedan servir. Así para nuestros enemigos queda el viejo refrán: "Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro".
Lo dijo...JUAN DOMINGO PERÓN
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